Crónica de DAVI sobre el Ironman de Lanzarote:

CRÓNICA DE UN AVENTRI EN EL IRONMAN

Antes de comentar la prueba, me gustaría agradecer a todas aquellas personas que se han dirigido a mí para darme ánimos y consejos para esta competición. Son muchos, así que no los nombro para no olvidarme de alguno. Hay muchos momentos a lo largo del día para recordar cosas que te han hecho llegar y hacen que sigas tirando para delante. Sin duda agradecer el apoyo incondicional de mi familia, siempre al lado mío durante todo el año y sobre todo ese día y como no, a Jose, ese gran amigo, mi fotógrafo personal, je, je. A Bicicletas Gil por su Focus y traje de neopreno Aquaman, seguro que hubiera sido más duro (aunque como me dijo una vez: esta bici se la das a Armstrong y gana). Por supuesto al AVENTRI y a todos sus componentes, ese pedazo de equipo que me han acogido como uno más de la familia. Tampoco puedo olvidarme de mi mujer y mi hijo, gracias por comprender el sacrificio de tiempo que lleva prepararse una prueba de este tipo y a la vez disculpas por robarle tiempo y dedicación. Pero si hay una persona a la cual tengo que agradecer, sin ella hubiera sido imposible logar este reto, se llama VICTOR TENI, no sé por dónde empezar, desde entrenos, consejos, alimentación, trucos, ánimos…, son muchos momentos junto a él, ya hace cuatro años y nunca un mal rollo, ni una palabra mal dicha hacia nadie, respeto hacia los demás deportistas, incluso en el Ironman, seguía dándome instrucciones antes y durante la prueba.
Sábado 21: Me levanto a las 4:20, descanso poco pero bien, me miro el antebrazo y allí estaba el nombre de HUGO, me lo había escrito la noche anterior, eso me ayudaría. Desayuno lo que habitualmente llevaba haciendo desde hace tiempo, me coloco el neopreno hasta la cintura, me despido de Mari y para boxes. La verdad no estaba muy nervioso.
Bajo con Víctor dejando la comida en las bolsas, reviso la bici y termino con el neopreno. Me lo ajusto bien dentro del agua, caliento un poco y a la línea de salida. Me coloco delante, en tercera fila, no quiero salir lento. A las 7:00 horas dan el pistoletazo de salida. Al principio hasta la primera boya es un poco agobiante, voy por el centro para que no me cierren mucho, recibo golpes y seguramente habré dado alguno. Iba un poco nervioso sobre todo para no perder las gafas ni el garmin, pero pronto cojo el ritmo, como lo había entrenado, respiración bilateral. No quería desconcentrarme, aunque de vez en cuando nos juntábamos demasiado el grupo donde iba. Salgo del agua en la primera vuelta y justo al entrar para dar la segunda, oigo unos gritos de ánimo, sorprendentemente veo a parte de mi familia con el agua a la cintura, los saludo y pa’ dentro otra vez. La segunda vuelta igual que la primera, salgo, subo por la alfombra y al pasar por las duchas tropiezo y noto un fuerte dolor en el dedo gordo del pie. Algo había colocado debajo de ella de forma irregular y dura. Cogí la bolsa de transición de la bici, entro en la carpa y veo que había salido del agua por debajo de la hora, muy bien pensé, tenía calculado una hora. Me cambio y subo a la zona de las bicis. En este trayecto vuelvo a ver a la familia (incluido Jose), y para sorpresa mía, llevaban todos una camisa blanca en la que ponía “Animo Davi”. Me sentí muy orgulloso de ellos. Cogí la bici y salí. A unos 200m en un badén, salió despedido el bidón con las herramientas, paré. Un voluntario del público se apresuró a cogerlo y se acercó a toda prisa para dármelo. La cara del pobre hombre era un poema, estaba más apurado que yo. Le di las gracias y pensé: tranquilo aún quedan 180km, qué más da 20’’.
Salgo a un ritmo bueno, controlando las pulsaciones, procurando no desgastarme. Empiezan a pasar los kilómetros y me pasan como flechas, pensé: yo a lo mío, si los sigo ya no soy yo.
A lo largo del recorrido me vinieron pensamientos de todo tipo, hasta personas que ya no están con nosotros como mi padre, me hubiese gustado que me viera, se me rallaron los ojos en un par de ocasiones, pero hay que estar ahí para comprenderlo, es mucho el sacrificio, voluntad y tiempo invertido para afrontar ésto.
Comía cada 30’-45’, barritas caseras y geles en las subidas. Bebía, cambiaba bidones cada 20km y poco a poco el vitargo+ electrolitos. Éste me tenía que durar hasta el km 104, allí tenía otro en el avituallamiento especial.
Sabía que el recorrido de bici iba a ser duro, el viento soplaba con fuerza y de cara en muchos sitios, intentaba no luchar demasiado contra él, podría desgastarme demasiado. Paisajes muy guapos sobre todo en el tramo de Timanfaya, mucha gente animando. Ya en Tinajo veo a mi hermano con cámara en mano, lo saludo y un poco más adelante el resto de mi familia. Contento, ya me han visto y ven que sigo en carrera. De camino a Teguise me adelantan con el coche, intercambio unas palabras con ellos y les comento que voy bien, aún queda muchísimo por delante. Los dejo en Teguise y sigo para el norte. Allí me indican que voy el 224. Durísimo, el viento soplaba con más fuerza, al menos para mi gusto, no estaba acostumbrado a rodar tanto tiempo con viento en contra. Subiendo Haría veo a Víctor a unos 200m, pero no intenté cogerlo, seguí a mi ritmo. En el avituallamiento especial, pasa al lado mío y me dice que baje con precaución, ya me había comentado que en otras ocasiones vio caídas muy feas e incluso unos años atrás, un participante alemán quedó parapléjico. Parecía que me protegía. No arriesgué, aunque cogí velocidades de hasta 73km/h, me imagino que los buenos picaban los 90.
En la autovía dirección a Haría veo de nuevo a mi gente, ¡bien!, sigue en carrera, debieron de pensar. Al adelantarme, otras palabras, unas fotitos y a esperarme en Puerto del Carmen. Contacto con Víctor, nos preguntamos cómo vamos, de momento yo bien, no más que en los entrenos, el viento molesto, pero nada. Me detalla el resto del recorrido y me dice “ahora a remontar en la carrera a pie”.
Llego a Puerto del Carmen y en la carpa de cambio cuando estaba acabando veo de nuevo a Víctor y me vuelve a animar. Veo a mi hermano por un lado y al resto de la familia en la recta de meta, todos muy contentos. Salgo a correr y paro a unos 500 metros, tenía que eliminar líquido, no lo había hecho en todo el recorrido. Salgo bien corriendo, a buen ritmo y sensaciones buenas, pero aproximadamente en el kilometro 6 comienzo a sentir dolor en las rodillas. Me va aumentando poco a poco. No me lo podía creer, nunca me había ocurrido, no era dolor muscular sino articular, peor aún. Me preguntaba qué había hecho mal: he nadado bien, en la bici acabé en 6h06’ a un pulso medio de 139, tenía pensado unas 6 horas, sin viento claro, controlando en todo momento, comí 9 barritas y 10 geles, el estómago funcionaba perfectamente y la cabeza, igual. En las últimas semanas me veía muy bien en la carrera y se me estaba estropeando todo. Pensé: joder, todo el tiempo que he sufrido para llegar aquí para que me pase esto. En el kilómetro 10 aprox. había situada una megafonía, me nombraron, me animaron y dijeron “un tejinero del Aventri, aquí en Lanzarote”, fue una inyección de moral, pero no podía tirar, sabía que tocaba sufrir y mucho. En la primera vuelta al pasar junto a meta mi gente sabía que no iba bien, se los notaba en sus rostros aunque yo aparentaba decirles que todo marchaba bien. En el primer avituallamiento después de meta estaba mi hermano y Jose , les indiqué que bien y seguí. Comía todo lo que podía y más, al igual que agua, me entraba todo, pero sabía que no era un problema de alimentación. Unos 20 geles me comí en la carrera. En la segunda vuelta paro a la altura de mi hermano, es el único lugar donde te pueden dar ayuda exterior. En la tercera vuelta les digo que se vayan para la meta, sabían que lo estaba pasando mal. Sigo adelante, me pongo un poco de hielo en las rodillas, pero era inútil, no había solución tendría que acabarlo así. Me cruzo con Víctor y me indica que cabeza, ya está hecho. Cada vez me costaba más correr, la sensación era como unas bisagras oxidadas. Lo cierto es que no se me pasó en ningún instante abandonar. En lo único que pensaba era: sufrir y seguir, sufrir y seguir
En la recta final, veo a Hugo, esperándome, lo cogí de la mano, miré al cielo y crucé la línea de meta. 11h17’. Me arrodillé junto a él, le di un beso y un abrazo. El pobre estaba un poco triste porque me había visto sufrir. Lo miré y pensé: Ojalá algún año seas tú quien me cojas de la mano y me traigas hasta aquí.
Gracias a todos, nunca caminé solo.
“Hasta el próximo Lanzarote”
Lo siento por si alguien apostó más por mí, pero di todo lo que pude.
Ahora a recuperar las rodillas y la fisura del pie, creo que me lo merezco.
Davi

FOTOS DE JOSE MANUEL.